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Pese a sus muchos beneficios, las estadísticas muestran que la cantidad de tiempo que los niños tienen para jugar ha estado disminuyendo desde hace décadas. Los horarios familiares y escolares sumamente estructurados, padres que trabajan cada vez más fuera del hogar, menos lugares seguros para jugar y el aumento del uso de los dispositivos digitales y el tiempo ante las pantallas son algunas de las razones.
Además de fomentar la salud y el desarrollo de un niño, el juego ayuda a fomentar relaciones seguras, estables y provechosas que protegen contra el estrés y generan resiliencia (capacidad de un individuo para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas).


Diferentes tipos de juego tienen distintos beneficios para los niños:


Juego con juguetes y objetos
Cuando juegan con un objeto, como un juguete, los bebés usan sus destrezas sensoriales y motrices para explorar sus propiedades y hacer “experimentos” como lo haría un pequeño científico. Para aprender si un objeto es sólido, por ejemplo, es probable que lo golpeen contra el piso. Además, los niños en edad preescolar usan los objetos para desarrollar ideas y conceptos abstractos como el simbolismo, usando una banana como un teléfono, por ejemplo, además de compartir y esperar su turno.

Juego físico
La diversión física, como el juego libre durante el recreo, ayuda a desarrollar las destrezas motrices, previene la obesidad infantil y fomenta la inteligencia emocional. La sutil emoción que provoca el tobogán en un patio de recreo, por ejemplo, permite al niño adquirir confianza para arriesgarse en un entorno relativamente seguro. Los juegos tales como pato-pato-ganso y la mancha (la lleva/pega pega) también ayudan a los niños a forjar otras habilidades socioemocionales tales como la empatía, ya que los niños aprenden a tener cuidado de no lastimar a los demás golpeándolos demasiado fuerte, por ejemplo.

Juego al aire libre
El juego al aire libre es de particular importancia porque permite a los niños usar todos sus sentidos para forjar habilidades tales como la percepción espacial y el equilibrio. También puede mejorar la capacidad de atención del niño. Los estudios sugieren que los niños pequeños de países donde las escuelas destinan más tiempo para el recreo tienen más éxito académico a medida que crecen.


Juego simulado
Este tipo de juego permite a los niños pequeños experimentar con distintos roles sociales y aprender a cooperar. Jugar a disfrazarse, a imitar y a juegos imaginarios también fomenta la creatividad y forja habilidades más complejas de negociación, comunicación y lenguaje (“Tú serás la maestra y yo el alumno”, podría decir un niño).

Ofrecer a su hijo muchas oportunidades para jugar es una de las mejores maneras de ayudarlo a crecer y a convertirse en un adulto curioso, creativo, sano y feliz, equipado con las habilidades necesarias para nuestro mundo actual. La próxima vez que su hijo le pida que juegue con él o ella, ¡no pierda la oportunidad! Comparta la alegría del descubrimiento mientras se conectan entre sí y con el mundo a su alrededor.